• 19 de Marzo, 2019

FUI BAUTIZADO EN AGUA E INVESTIDO CON PODER DE LO ALTO

Sentía una paz incomparable, sentía un amor que traspasaba todo lo que yo podía imaginar y una presencia santa vino a reposar en mi ser, con lenguas angelicales, cumplía una bella promesa que del cielo nos dejó nuestro fiel guiador, fui bautizado en agua y investido con poder de lo alto.

Yo era el último de la fila de los varones por bautizar, desde aquí atrás podía observar todo, algunos hermanos mientras se aproximaban a descender a las aguas venían con lágrimas de regocijo recorriendo sus mejías, mientras otros que estaban siendo sumergidos, hablaban nuevas lenguas espirituales, era el poder del Espíritu Santo que inundaba cada ser, que otorgaba como gran galardón su sublime presencia.

Mientras cantábamos los coros de adoración, meditaba en la letra de cada canción y venían recuerdos a mi mente, de cuán grande ha sido y es, la fidelidad y bondad de Dios para conmigo. Jamás fui tan feliz como ahora lo soy cerca de Jesús, le hace falta espacio a mi corazón para completar la dicha que Él me ha impartido, y aunque en el recorrido de estos caminos he tenido pruebas y luchas, he vivido en carne propia la misericordia de Dios, que nunca ha permitido, ni permitirá dar pasos en esta senda sin estar bien sujeto de su mano.

Faltaban pocos minutos para que me toque el turno, en el corazón sentía un fuego que quemaba sin cesar, con manos levantadas expresaba adoración a mi Salvador, caían mis lágrimas, las mismas que desaparecían entre aquellas aguas, pero estaba tan seguro que era la muestra más inusual de mi compromiso eterno.

De pronto, junto a mí estaba el pastor quién debía bautizarme, solo cerré mis ojos, y le escuchaba decir a aquel hombre a Dios, que me bauticé con su Espíritu Santo, Él estaba orando por mí en aquel momento, repitiendo con un suave eco, aquella petición que consecutivamente le pedía a Dios.  Sumergido en el agua, sentí un poder descender a mi corazón y se llevaba todas mis cargas y pasado.

Sentía una paz incomparable, sentía un amor que traspasaba todo lo que yo podía imaginar y una presencia santa vino a reposar en mi ser, con lenguas angelicales, cumplía una bella promesa que del cielo nos dejó nuestro fiel guiador, fui bautizado en agua y envestido con poder de lo alto.

¡Dios es bueno, en todo momento!

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