• 01 de Agosto, 2019

Conocí a Dios a los 11 años y hoy le sirvo con mi esposo

A través de los años, he descubierto que el servicio a Dios es un trabajo constante. Muchos jóvenes y aun matrimonios suelen decir: "Heme aquí Señor, envíame a mí", pero ¿realmente quieren ir a la obra misionera o solo lo dicen porque el montón de creyentes lo repiten?

Conocí a Edgar en mi barrio, éramos muy jóvenes cuando iniciamos los caminos de Dios. Oré mucho para tomar el paso importante de contraer matrimonio. Sabía que las oraciones son de suma importancia, porque por medio de ella, el Señor encamina tus pasos y te ayuda a no tomar decisiones erróneas. Él guió mi caminar, obró en los corazones y unió mi vida al lado de una persona que, al igual que yo, anhelaba servir al Señor.

Desde mi conversión comprendí mi propósito, sabía que Él me llamaba a Su obra. Pasaban los años y esa llama permanecía incrustada en lo más profundo de mi corazón. Cuando el Señor obró en mi vida, Él fue mi motor de inspiración para trabajar y ganar vidas.  Como es el mandato, esta encomienda tenía que ser de dos; necesitaba un esposo que tenga la misma visión.

Mis hermanos, Dios une propósitos. Si usted es joven y cristiano, y anhela servir al Señor en este ministerio, ore por una compañera o un compañero, busque la dirección perfecta de Dios y deje que sea Él obrando en su vida. Hoy más que nunca, nuestro buen Salvador necesita en la brecha matrimonios sólidos y de credibilidad.

Si usted ya consolida un matrimonio, ore por ese sentir, ore para que el Eterno Dios ministre y use su vida. No viva en guerra. El hogar debe ser un pedazo del Reino de Dios en la tierra. No se trata de ser un hogar perfecto, porque no es una realidad, pero sí un hogar donde los que lo conforman deciden qué estilo de vida tener, si de guerra o de paz.

La discordia es una fuerza poderosa muy destructiva que usa el enemigo para traer confusión y desorden en las familias. Tristemente, desgarra los matrimonios, las relaciones con los hijos y al final termina dividiendo o, mejor dicho, desgarrando el alma de los miembros en el hogar. Tomemos la armadura de Dios, para que podamos resistir en el día malo y estar firmes.

Consolidar un hogar no es un juego, busque la dirección de Dios. Hoy mi matrimonio es de servicio, ambos caminamos por los montes y cerros, ciudades y aldeas, en lo mucho o poco, somos fieles a nuestro Salvador. No importa el sacrificio, esta acción no se compara a lo que Cristo hizo por nosotros.

Entregué mi vida a Dios a los 11 años y Él solo ha traído bienes a mi vida, me regaló un esposo maravilloso que ama Su obra y cuatro hijos que le sirven desde mi vientre. A Dios sea la Gloria y honra, Él es fiel.

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