• 14 de Enero, 2019

Predicando la palabra de Dios a los niños de neoplásicas

Antes de ingresar oramos, dejamos todo en las manos de Dios y solo le pedimos que por favor Él nos ayudará, que nuestro anhelo era, que los pequeños conozcan de su amor, de su salvación y la esperanza ante la adversidad, que Él sabe dar.

Me encontraba a las afueras del Hospital de Neoplásicas, no estaba solo, había ido con un grupo de amigos, con quienes decidimos compartir el amor de Jesús a los niños que sufren de cáncer, contarles que sí hay esperanza de vida en Cristo Jesús, que los milagros que el Todopoderoso ha hecho son innumerables y son reales.

Antes de ingresar oramos, dejamos todo en las manos de Dios y solo le pedimos que por favor Él nos ayudará, que nuestro anhelo era, que los pequeños conozcan de su amor, de su salvación y la esperanza ante la adversidad, que Él sabe dar.

Lo que pasó adentro fue indescriptible, fue Dios mismo obrando en cada vida; no solo estaban los niños, también sus madres, las enfermeras, los doctores, a todos ellos les compartimos la Palabra de Dios, juntos cantamos y alabamos a nuestro Santo Padre, oramos creyendo que sus vidas están en las manos de Dios y esperamos su voluntad. ¡Sé que Dios nos ha escuchado!

Aquel momento marcó mi corazón y el de mis compañeros, ver cuánta necesidad existe en los niños que sufren de cáncer y no solo ellos, sino también sus familiares, quienes muchas veces son abatidos por la tristeza y preocupación de perder a su ser querido, cuánta  falta les hace escuchar de nuestro Dios experto en imposibles, de nuestro Doctor por excelencia que otorga la salvación y la vida eterna. 

Este 2019, cumpliremos 3 años trabajando en el INEN, las puertas se han vuelto a abrir, y nuestros corazones no paran de latir por continuar hablando de aquel, que ilumina las vidas con su santa luz, que oye nuestras oraciones y está siempre atento a nuestras necesidades. 

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