En el libro de Números, capítulo 10, se nos habla de cómo Dios puso entre Su pueblo atalayas que tocaran la trompeta, la cual convocaba al pueblo. Una de las características principales que tenía esta orden que le dio Dios a Moisés era de hacer dos trompetas a punto de martillo, porque Él Todopoderoso quería enseñarle a organizar el campamento para saber cuándo tenían que ser convocados a reunión, cuando tenían que movilizarse y cuando era una alarma y prepararse para resguardar a los niños y las mujeres.

Nosotros, como cristianos, estamos interesados en que Dios nos diga en qué orden tenemos que marchar.

Hay una realidad revelada: estamos en tiempos apocalípticos y debemos estar atentos, sabiendo que en cualquier momento el Señor vendrá con voz de arcángel y con trompeta de Dios levantará aun a los muertos.

La trompeta que inició en Perú sigue sonando a través de cada uno de sus siervos. La trompeta sonó y estamos congregados aquí. La doctrina sigue firme porque reina la santidad y estamos guiados por el Espíritu Santo.

En el libro de Joel dice: "Tocad trompeta en Sión y dad alarma en mi santo monte. Anunciad al mundo toda su rebelión y perversión, además de proclamar que la profecía bíblica está cumplida".

La trompeta de Dios sonará poderosamente un día no muy lejano. Que Dios nos libre de la contaminación apóstata que existe. La palabra de Dios, Él nos la ha entregado y Él la mantiene.

Debemos vivir y amar esta santidad; la cual es la columna vertebral de la doctrina, porque sin santidad nadie verá al Señor.