• 12 de Agosto, 2019

Una alabanza cristiana frustró el asesinato a su padre

El abuso excesivo de un progenitor irresponsable y las falsas promesas de amor causaron el desprecio irrevocable de Oswaldo hacia su familia, encaminándose al vicio del alcohol.

“Si pudiera volver el tiempo atrás, y me dieran a elegir entre Cristo y el mundo, no lo dudaría, lo elegiría mil veces a Él, porque solo en Él encontré la paz”, afirma Oswaldo Cruz, exalcohólico, ahora pastor evangélico en una de nuestras iglesias.

Desde temprana edad rechazó a su padre, un esclavo del vicio del alcohol. Las acciones de su progenitor forjaron en él una vida llena de dolor, que trajo como consecuencia su salida de casa a temprana edad.

El inicio de una vida de sufrimiento

El qué dirán ya no le importaba, su vida era un infierno y nadie le podía ayudar. Una noche, estando en un auto, pasó por un templo. Oswaldo oyó el canto “Cristo rompe las cadenas y nos da la libertad”, pero hizo oídos sordos ante esa bella melodía.

 “Yo me encontraba perdido. A los 21 años de edad quise tomar justicia por mis propias manos, quise vengarme de mi padre. Recuerdo que tomé una pistola y le apunté en la sien. Una fuerza sobrenatural se apoderó de mí y me cegó para no hacerlo”, testifica.

Las voces de quienes cantaban esa noche no desaparecían de su mente, sentía algo especial. Decidió visitar otra vez la congregación, atraído por aquella melodía que le daba paz. “Estaban cantando, escuchaba bellos testimonios y comencé a pedir perdón. Reconocí mis errores y en ese instante sentí el Espíritu Santo”, señala Oswaldo, conmovido aún por el recuerdo de aquel momento.

“Ahora el Evangelio es mi hermano y la Palabra de Cristo resuena fuerte en mi corazón. Doy palabras de aliento a mi familia, evangelizo a mis compañeros, amigos y congregación, atiendo a sus dudas sobre la fe. Tengo amor”, indica efusivamente.

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