Cierto día, mi hija de 7 años, me invitó a una reunión cristiana. Yo fuí para acompañarlo sin pensar que ahí estaba la respuesta a tantas preguntas y necesidades de mi alma. Fui a la iglesia y comencé, por voluntad propia, a buscar a Dios. Tuve un cambio muy drástico para mi familia pues todos notaron que algo en mi interior estaba pasando porque había dejado de lado mis miedos, temores, inseguridades y hasta mi manera de vestir estaba siendo transformada. 

Mi esposo se percató que la Betsy de antes ya no existía. Ese testimonio lo llevó a menguar en sus vicios y aceptar que existe un Dios en el cielo. Hoy llevo 22 años siguiendo la fe cristiana y doy fe que si crees en Dios, todo es posible con un corazón sincero. Actualmente, sirvo a Dios y le soy fiel. Por eso yo creo que todo es posible si Jesucristo está en el hogar.