Soy Yorsika Vargas, y este es mi testimonio.

Conocí a Dios desde niña por medio de la conversión de mis padres. Desde entonces Dios empezó a ser el centro de mi hogar descubriendo, a medida que crecía, el evangelio y las múltiples “leyes” (demandas que para mí eran demasiadas exigentes).

Cuando alcancé la adolescencia, opté por cuestionar mis creencias tanto que me preocupé por la forma de vestir, aceptando la postura de la iglesia y la de mis padres. Este pensamiento cambió por completo el día que conocí a Jesús, cuando por decisión propia acepté su perdón en una confraternidad de adolescentes.

El Maestro de la Escuela Dominical empezó a ministrar sobre el amor de Dios y la influencia de su Espíritu en los corazones sinceros. No pude más y decidí aceptar su invitación, desde entonces todo fue transformado.

Era una nueva criatura y lo que antes percibía como leyes, demandas, lo observaba con amor, perdón y una inmensa satisfacción de ser parte del cuerpo de Cristo. Al terminar la secundaria, me involucré en el servicio de la iglesia esperando también la respuesta de Dios a mis oraciones de entrar a una universidad.

Aunque humanamente era imposible, Dios me dio la sabiduría, la capacidad, y su perseverancia para estudiar obstetricia en la UNMSM y culminar esta carrera con mi Fe bien cimentada. Hoy sigo apoyando a mi congregación, siendo de bendición para todos los que me observan testificando que cada momento difícil, prueba o circunstancia, nos hacen jóvenes inquebrantables.