• 25 de Julio, 2022

El Valle de la droga fue visitado por Dios

Los jóvenes de la iglesia central del Movimiento Misionero Mundial 28 de Julio, fueron los que confirmaron el gran mover del Espíritu Santo en el Vraem, una de las zonas más peligrosas y hostiles del Perú. Sin duda, la mayor bendición la recibieron los jóvenes quienes palparon en carne viva la necesidad de ser un misionero y tener el corazón dispuesto para anunciar el evangelio en los lugares más recónditos del Perú.

El Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), en el centro del Perú, donde se asienta diez provincias de cinco regiones: Ayacucho, Apurímac, Cusco, Huancavelica y Junín, fue visitado por Dios de una manera inexplicable. Los jóvenes de la iglesia central del Movimiento Misionero Mundial en 28 de Julio, fueron los que confirmaron el gran mover del Espíritu Santo en un viaje misionero de 5 días. 

El domingo 17 de julio, un grupo de al menos 50 líderes juveniles de la iglesia central, arribaron a la ciudad de Ayacucho para después transbordar con dirección  al Vraem. Su primera estancia fue Pichari, una localidad con clima tropical ubicada en el departamento del Cuzco. La iglesia unida junto al pastor Rotier y el presbítero de la zona 60, Clever Ariza, otorgaron la bienvenida a la delegación llegada de la capital. 

Pese al largo tramo de viaje, los jóvenes optaron por evangelizar las principales calles del distrito, anunciando el mensaje de liberación y salvación. Paralelamente se desarrolló un evento de niños en el que muchos corazones aceptaron a Jesús, abriendo paso a la campaña evangelística que se desarrollaría horas más tarde en el centro deportivo las hormiguitas.

Como segundo tramo, desde las 4 de la mañana y de forma simultánea, los jóvenes llenos de vigor se trasladaron entre camiones, camionetas, y distintos transportes hacia los diversos puntos de la región como: Villa Virgen, San Antonio, Limatambo, Lobo Tahuantinsuyo, Palmapampa,  Santa rosa, Kimbiri, y como cierre de gira, la comunidad nativa de habla asháninka de Cashirovení.

La ayuda social no se hizo esperar pues así como el evangelio fue proclamado, también las obras se hicieron notables en uno de los lugares más peligrosos del Perú. Miles de niños, hogares y familias enteras recibieron alimentos, juguetes, ropa, útiles escolares entre otras donaciones, demostrando que el amor de Dios no es ajeno para con los más necesitados.

Sin duda, la mayor bendición la recibieron los jóvenes quienes palparon en carne viva la necesidad de ser un misionero y tener un corazón dispuesto para anunciar el evangelio en los lugares más recónditos del país. El Vraem presenció el poder maravilloso de Dios salvando, restaurando y liberando almas. Dios es fiel, y esta generación seguirá avanzando para extender el Reino de Dios. 

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