La vida, sin la dirección del Señor, es un constante vagar en sombras. Lo intentamos todo: buscamos en los placeres, en las metas terrenales, en las relaciones humanas; pero sin Él, nada puede funcionar verdaderamente...
En el tercer servicio de la Convención Juvenil, “Experimenta a Jesús, vive en armonía” - Sede Piura, la hna. Herly Soto, dejó una huella imborrable en la vida de cada convencionista, a través de la palabra de Dios.
Cuando venimos al Señor, todo cambia. El que estaba perdido encuentra rumbo. La oscuridad que cubría nuestro corazón se disipa bajo la luz del Espíritu de Dios. Las cargas se hacen más ligeras, las tormentas no se sienten tan violentas. Es como si una llave invisible abriera una puerta hacia una paz y una fuerza que jamás habíamos conocido. Cada día, bajo su amparo, toma un nuevo significado. Todo lo que antes parecía caos, ahora es una obra maestra en sus manos.
Por supuesto, el enemigo no descansa. Él sabe de nuestras debilidades y busca seducirnos, tentarnos, apartarnos del camino que hemos encontrado. Pero hay algo que él nunca entenderá: el Espíritu de Dios en nosotros es más fuerte que cualquier tentación, que cualquier oscuridad que el enemigo pueda lanzar. Cada ataque es una oportunidad para recordar que no estamos solos en esta batalla. Ese Espíritu, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos, habita en nosotros.
No hay nada mayor que ese Espíritu que venció la muerte. No hay fuerza, tentación, dolor o dificultad que pueda equipararse a su poder. Él nos vivifica, nos llena de vida donde antes había muerte. Lo que parecía perdido, lo que no tenía remedio, Él lo hace florecer. Él es nuestra victoria, nuestra fuerza, nuestra esperanza. Y esa es una verdad inquebrantable: mientras el Espíritu de Dios esté en nosotros, siempre habrá vida.
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