Crecí en un hogar maravilloso, con unos padres ejemplares que me inculcaron la fe en Dios. Casi siempre optaba por asistir a las escuelas dominicales y extensiones bíblicas porque amaba ese ambiente. Fueron pasando los años y esa niña inocente, llena de ímpetu y amor, iba perdiendo su brillo por las cosas del cielo.
La presión de grupo hizo que me alejara de Dios en la adolescencia. Me aparté y no pensé regresar al evangelio. Pero a medida que daba un paso al costado y me iba alejando de Dios, mi vida se mostraba miserable. Totalmente miserable. Esa distancia duró muy poco, pues a los 17 años, el Dios de mi niñez me volvió a llamar a su casa.
Y aquí estaba. Confrontada con mi desobediencia ante la majestuosidad del Rey del universo y su infinita Gracia redentora. El me ofreció un futuro de Gracia y fidelidad a cambio de mi corazón y no rechacé la invitación. Volví a amarlo como la última vez y hoy estoy aquí para contar de su amor.
Desde este 9 al 12 de noviembre, iniciamos nuestra Convención Nacional de Damas y Caballeros con sede en Arequipa. El evento será transmitido a través de distintas plataformas digitales del MMM, así como Bethel Televisión.