Uno de los grandes anhelos de mi corazón describe, que mi familia siempre esté a los pies del Maestro, que toda su vida, esté llena de la presencia incomparable de Dios, que ellos conozcan cada día las bondades del Omnipotente y en todo instante prime la fe y la esperanza de saber que toda obra para bien, y todas nuestras circunstancias están en las manos del Señor Jesucristo, Él está tan pendiente de nosotros, de lo que pasamos, de lo que vivimos.

Hoy he dedicado a mi pequeña hija ante Dios y lo que siente mi corazón es indescriptible, observarla allí, parada en el altar, hace que mi corazón mire los detalles que Dios ha tenido para conmigo, me ha dado una maravillosa esposa y una hijita, que ha traído a mi casa, alegría, travesuras y sonrisas por doquier, pero por sobre todo ello he aprendido a tener la fe y el corazón como la de un niño.

Ella ha aprendido tanto de nosotros y a la vez me ha enseñado grandes lecciones, como la de tener el corazón confiando a Dios, donde la fe se mantiene estable al creador. Hubo oportunidades donde la he oído orando a Dios, pidiéndole por aquellos niños a quién les hace falta alimento, por algún compañero de la escuela que ha estado enfermo, incluso tiene un sentir tan grande por salir a las calles a repartir folletos cristianos que hablan del amor extraordinario de Dios.