• 24 de Noviembre, 2023

Mira al mundo y morirás, mira a Cristo y encontrarás vida

Como primer día de Convención Nacional en la ciudad de Iquitos, el Rev. Luis Meza Bocanegra fue el portador de la palabra de Dios enfatizando el mensaje basado en el libro de Ezequiel capítulo 16. Es el inicio de una gran fiesta espiritual y todos estamos invitados.

Este mensaje recuerda a Jerusalén acerca de su anterior condición de menosprecio entre las naciones cananeas. Utilizando el lenguaje figurado de una niña pequeña que crece hasta convertirse en una mujer madura, Dios le recuerda que la levantó desde un nivel muy bajo a una gran gloria como su esposa. Sin embargo, traicionó la confianza que Dios había puesto en ella y se prostituyó entre las naciones paganas adoptando sus costumbres. 

Si dejamos a Dios afuera para cualquier cosa, aun la educación, la familia, la carrera o el placer, lo estamos abandonando de la misma forma. Canaán era el nombre antiguo del territorio tomado por los hijos de Israel. Dios se preocupó y amó a Judá, solo para verlo irse en pos de otras naciones y sus dioses falsos. En la medida en que usted se vuelve sabio y más maduro, no se aparte del Único que realmente lo ama: Dios

Bajo esa perspectiva, nosotros que vivimos en una era donde el mensaje de Dios es bien claro para nosotros por medio de la Biblia, ¡seremos peores que Judá si continuamos en pecado! Es muy fácil señalar con el dedo a Sodoma, especialmente por sus terribles pecados sexuales. Ezequiel recordó a Judá, sin embargo, que a Sodoma la destruyeron por su soberbia, ociosidad, glotonería y por olvidar al necesitado que estaba a su alcance.

Es fácil ser selectivo en los pecados que consideramos groseros. Si no cometemos esos pecados tan horribles como adulterio, homosexualidad, robo o asesinato, podemos pensar que vivimos con rectitud. No obstante, ¿qué pasa con pecados tales como soberbia, ociosidad, glotonería e indiferencia ante los necesitados? Quizás estos pecados no sean tan estremecedores como los otros, pero también Dios los prohíbe.

A pesar de que el pueblo había roto sus promesas y no merecían más que castigo, Dios no quebrantaría las suyas. Si el pueblo regresaba a Él, una vez más los perdonaría y renovaría su pacto. Esta promesa se cumplió cuando Jesús pagó por los pecados de la humanidad con su muerte en la cruz. Nadie está lejos del alcance del perdón de Dios. Si bien no merecemos más que castigo por nuestros pecados, los brazos de Dios siguen extendidos. No romperá su promesa de darnos salvación y perdón si nos arrepentimos y nos volvemos a Él.

Puedes seguir la transmisión en vivo a través de nuestras diferentes plataformas digitales del M.M.M. y Bethel Televisión. Estamos en la última sede de la Convención Nacional y tú no puedes faltar.

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