Cuatro sedes donde la presencia de Dios se hizo visible. Cuatro ciudades que albergaron a miles de personas de todo el Perú con el único objetivo: restaurar, salvar y sanar lo que se había perdido mediante la Sangre de Jesús, el Libertador. Este evento, que la obra del Movimiento Misionero Mundial, realiza cada año a nivel nacional, ha dejado marcas en el corazón de miles de vidas, y muchos ahora son testigos del poder de Dios.
Moyobamba, Chiclayo, Arequipa, Lima e Iquitos; sedes que recrearon una atmósfera de gloria y restauración, fueron los escenarios donde la benevolencia y gracia de Dios obró a favor de quienes, con mucha fe, llenaban las principales filas de los recintos. Padres de familia, niños, adolescentes, jóvenes, entre otros, fueron los que adornaron el evento con sus voces y cantos espirituales.
Las prédicas y ponencias de los diferentes invitados internacionales y nacionales, selló de fe a la congregación, ya que, cada mensaje emitido, se encargó de desenmascarar y discernir las intenciones de quienes con convicción escuchaban la voz de Dios, haciendo efecto y cumpliendo su misión. Así mismo, las delegaciones aledañas y presbiterios mostraron gran unidad como parte del cuerpo de Cristo.
Era una atmósfera realmente celestial. Ningún servicio regresó a ser el mismo, pues así como el pueblo de Israel convocaba asamblea para recibir la presencia de Dios, Perú fue bendecido a través de esta convocatoria espiritual. Ninguno se quedó sin su porción. Ninguno volverá a ser el mismo, porque cuando de Creer se trata, el Pueblo peruano sabe mover la mano de Dios y ver obrar los milagros del cielo.
Y prueba de ello son los millones de almas salvadas, miles de templos construidos, canales de televisión, emisoras de radio adquiridas, cárceles, universidades, colegios, centros de rehabilitación, asilos, albergues, y muchas otras victorias más, que cada día son alcanzados e instruidos en un camino abnegado de Salvación. ¿Avivamiento? El pueblo de Cristo que vive en santidad y negación, siempre lo está, porque vive de acuerdo a la Palabra de Dios.
¿Qué este trabajo ministerial viene de gloria en gloria? ¡Claro que sí! Veremos cosas mayores porque el Dios de esta obra sigue llevando adelante su proyecto. Él sigue sentado en Su trono y dirige con celo, amor y poder una misión que avanza con lágrimas, sacrificio y fe. Agradecemos a cada pastor, líder, hermano que con un grano de arena apoyó la Convención Nacional de Damas y Caballeros.
Gracias al trabajo de cada uno de ustedes, otros llegan al conocimiento de Cristo. Nada es en vano, la recompensa está pronta a llegar, pues entrar por las puertas del cielo y ver a quien hizo todo esto posible, no tendrá comparación. Nos vemos en un próximo evento que, de seguro, será mayor al que palpamos este año. Porque Dios, Él no cambia.